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25/04/2023
Cae la tarde. Polichinela y Arlequín llegan agotados a la puerta de la Venta de los Cómicos. Allí barre el umbral Colombina, que al ver a sus dos compadres tan cansados les saca dos sillas de anea.
COLOMBINA: ¿De dónde venís, traviesos zascandiles, que habéis pasado el día entero fuera de casa y tenéis vuestras tareas sin hacer?
POLICHINELA: Venimos de una gran fiesta, de una divertida parranda, de un sarao lleno de romances, sonetos y serventesios.
ARLEQUÍN: ¡Ay, Colombina tunante, con lo que a ti te gusta la farándula, si hubieras estado allí!
COLOMBINA: ¿Y se puede saber qué lugar es ese?
POLICHINELA: Es una escuela repleta de rapazuelos y donceles, de niñas y de muchachas.
COLOMBINA: ¿Pues qué otra cosa puede haber en una escuela sino párvulos y escolares? ¿Y a santo de qué iba a ser fiesta en un viernes de diario? Los niños habrán pasado el día en sus libros y cuadernos, recitando las lecciones, resolviendo problemas y todas esas tareas que de sólo recordarlas se me pone un dolor aquí, en la azotea…
ARLEQUÍN: Que no Colombina, que no has entendido a Polichinela. Que hoy no había niños en la escuela.
COLOMBINA: ¿Y entonces qué cosa había?
POLICHINELA: Pues mira: cruzabas una esquina y te topabas con una cuadrilla de piratas. Luego veías volar a Peter Pan o te apuntaba Harry Potter con su varita. Entrabas a una clase y te recibía una princesa.
ARLEQUÍN: Y también había reyes y caballeros, y toda especie de animales, que a veces era como si te encontraras en un bosque de los Alpes o en una sabana africana.
COLOMBINA: Uy, qué divertido parece así ese colegio.
Colombina apoya su escoba contra el muro y saca una tercera silla. Se sienta junto a sus dos amigos y atiende muy interesada.
POLICHINELA: Y de repente llegaban unas niñas y se ponían a interpretar el cuento de Cenicienta. ¡Había fábulas y comedias por doquier!
ARLEQUÍN: Estando yo en una clase llamó a la puerta un juglar y comenzó a recitar una égloga de Garcilaso y después un romance de García Lorca.
COLOMBINA: Ay, qué bonito teatro era entonces ese colegio. ¿Y cómo decís que se llama, para poder ir yo otro día?
POLICHINELA: Tiene nombre de merengue o de pastel, ¿no es así, compadre?
ARLEQUÍN: Que no, Polichinela, que nunca se te queda lo importante. Una buena temporada en la Primaria no te vendría mal, para recuperar las Letras que has perdido. Se llama colegio Pasteur en memoria del científico que descubrió la vacuna de la rabia.
COLOMBINA: Pues mañana vamos a ir allí los tres para terminar de aprender las lecciones que nos faltan.
ARLEQUÍN: Aplaudo tu idea, Colombina. Porque en ese colegio los niños están siempre felices.
POLICHINELA: Y una vez al año celebran esta fiesta de la palabra. Para la próxima tenemos que avisar al resto de la comparsa: a Pantaleón, a Rosaura, al Capitán, Pierrot y Tartamudo.
COLOMBINA: ¡Viva el teatro, viva la farsa de la vida, vivan los versos de enamorados y la sátira de todas las envidias!
Los tres amigos se ponen a bailar una jota albaceteña, acompañados por Rosaura, que les ha traído unos vasos de limonada. La tarde declina y se oye a los niños que apuran sus juegos por las veredas de la Senda Mágica. En lo alto de la vaguada, el colegio Pasteur va cerrando sus puertas y ventanas. El Día del Libro del año 2023 ya ha concluido.
